Alemania se adelanta a la directiva de la Unión Europea de energía renovable que dicta que los combustibles a base de aceite de palma deberán desaparecer para 2030. En su lugar, el país establecerá una cuota para el uso mínimo de materiales de desecho para la producción de biocombustibles que será efectiva a partir de 2023.
La ministra de Medio Ambiente del país germano, Svenja Schulze, ha declarado en un comunicado que «no es aceptable talar árboles, secar páramos y destruir la naturaleza para producir biocombustibles». En febrero el Ejecutivo ya adelantó que dejarían de usar aceite de palma para la producción de biodiésel.
La Comisión Europea ha endurecido sus reglas en el uso de de aceite de palma ya que está estrechamente relacionado con la deforestación en los países de origen. Sin embargo, los países productores no están de acuerdo con estas medidas, que califican como «discriminatorias». En concreto, Malasia e Indonesia, dos de los mayores productores de aceite de palma, han llevado a la UE a los tribunales con la intención de revocar estas restricciones. En mayo, la Organización Mundial de Comercio (WTO, World Trade Organization) aceptó la petición de Malasia de crear un grupo especial para examinar la medida de la UE.
De los aproximadamente 3’4 millones de toneladas de biodiésel producido en Alemania en 2020, el 60% procede de la colza, un 3’9% de la palma aceitera, un 25% de aceites comestibles recogidos de procesadores de alimentos y restaurantes y el resto fundamentalmente de la soja, según los datos arrojados por ePure, representante de los productores de etanol renovable de la UE.