
En la búsqueda de alternativas sostenibles al diésel y la gasolina, los biocombustibles y los vehículos eléctricos (VE) han emergido como dos grandes opciones. Pero, ¿cuál es la mejor elección para reducir nuestra huella de carbono?
Biocombustibles: una solución circular
Los biocombustibles, como el biodiésel producido a partir de aceite de cocina usado, representan una opción eficiente y accesible. Su producción fomenta la economía circular, reutilizando un residuo que, de otro modo, podría contaminar el agua y el suelo. Además, los motores diésel actuales pueden utilizar biodiésel con pocas o ninguna modificación, lo que facilita su adopción sin necesidad de infraestructura adicional.
Vehículos eléctricos: cero emisiones directas, pero…
Los VE eliminan las emisiones directas de CO₂, pero su producción no está exenta de impactos ambientales. La extracción de litio, cobalto y níquel para sus baterías genera una huella ecológica considerable. Además, la electricidad que los alimenta no siempre proviene de fuentes renovables, lo que limita su impacto positivo.
¿Cuál es la mejor opción?
Si bien los VE son ideales para reducir emisiones en ciudades, los biocombustibles ofrecen una solución inmediata y sostenible, especialmente para el transporte pesado y la maquinaria industrial. A corto y mediano plazo, el uso de biodiésel a partir de aceite reciclado es una alternativa viable y responsable.
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