La Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO) estima que las emisiones de CO2 a nivel mundial generadas por la industria aérea suponen entre un 2 y un 3%. Los cálculos del Consejo Internacional para el Trasporte Limpio (ICCT) dan cifras algo más elevadas, llegando al 2’4% únicamente con los vuelos comerciales y al 4% si también contabilizamos el transporte de mercancías. Además, señalan que en los últimos cinco años, las emisiones de CO2 a la atmósfera de la industria de la aviación se han incrementado un 32%.
Si tenemos en cuenta que cada 15 se años se duplica el tráfico de pasajeros global, podemos decir que ya es hora de que la industria aérea empiece a tomar medidas para reducir su impacto ambiental y su huella de carbono. Aquí dejamos algunas ideas de cómo hacerlo.
Utilizando biocombustibles de segunda generación
En marzo de 2015 voló el primer Boeing 737 de Hainan Airlines con 100 pasajeros a bordo y 50% de biocombustible de segunda generación en el depósito. Dos años después, la misma compañía se atrevió a dar el salto y volar más de 12 horas seguidas con esta misma mezcla en un Boeing 787 con 200 pasajeros que volaban de Pekín a Chicago. Desde entonces no parece haber interés por seguir avanzando en este camino, a pesar de que los motores que utilizan biocombustibles procedentes de aceites usados reciclados emiten entre un 50 y un 80% menos de CO2 que los que utilizan combustible tradicional.
Con aeropuertos de carbono neutral
Airport Carbon Accreditation es una organización que reconoce y acredita los esfuerzos de los aeropuertos para gestionar y reducir sus emisiones de carbono. Su sistema concede acreditaciones en cuatro niveles, siendo el cuarto nivel el más avanzado: el de carbono neutral. Esto se mide teniendo en cuenta varios factores, como la eficiencia energética, el uso de energías renovables, la inversión en vehículos eléctricos, híbridos o impulsados por GLP, etc.
El Prat de Barcelona, Lanzarote, Adolfo Suárez Madrid-Barajas, Málaga-Costa del Sol y Palma de Mallorca son los aeropuerto españoles que se encuentran en la fase 2 para llegar a la neutralidad de emisiones de carbono. Menorca, Santiago y Alicante-Elche se encuentran en el primer nivel. Ningún aeropuerto español ha conseguido aún el tercer o cuarto nivel.
Utilizando menos plástico y reciclando
La comida de los aviones no suele ser exquisita, pero cuando hay hambre nada sabe mal. Sin embargo, una vez hemos comido nos encontramos con una bandeja repleta de restos plásticos: cubiertos, envoltorios, tapas… Y estos restos suelen ir a la misma basura que los vasos de papel y los restos orgánicos de comida.
Iberia ya introdujo un nuevo modelo de gestión de residuos por el que preveía recuperar el 80% de los residuos generados en cabina. Se implementó en 2018 en algunas rutas. Pero la compañía portuguesa Hi Fly fue más allá. Hace ya un año que se negó a seguir utilizando plástico y está apostando fuerte por los artículos de un solo uso biodegradables junto con una gestión de residuos sostenible.
Invirtiendo en aviones más eficientes
Según Airbus, aunque la flota de aviones de pasajeros y carga será más del doble en menos de 20 años, la mayor eficiencia de estos contribuirá al «crecimiento cero» de las emisiones de CO2. Esta mayor eficiencia no solo pasa por utilizar biocombustibles de segunda generación. La aerolínea holandesa KLM anunció a mediados del año pasado su inversión en un avión con forma de «V» en el que los pasajeros viajan en las alas para reducir tanto las emisiones como los costes.
Nuestro planeta está viviendo una crisis climática sin precedentes y está en nuestras manos frenar este desastre. Reducir nuestra huella de carbono también pasa por viajar de manera sostenible y por apoyar a compañías que se esfuercen por reducir sus emisiones de carbono.