En un artículo publicado en 2015 en la revista online AutoBild.es se consultaba al ingeniero experto en motores Juan De Norverto Moríñigo por el consumo de combustible y las emisiones de CO2 de un monoplaza de Fórmula 1. «En una carrera, cada monoplaza emite unos 230 Kg de CO2. Para hacernos una idea de magnitud esto es lo que emite un turismo de gasolina de segmento B en 2000 Km«. Reducir el consumo de combustible de los vehículos de carreras no sería el único compromiso de la Fórmula 1 para disminuir sus emisiones de CO2 .
En 2019 la Fórmula 1 generó 256.551 toneladas de CO2 de las cuales únicamente el 0.7% está relacionada con los motores de los monoplazas. El grueso de las emisiones se debe al transporte de material (45%), desplazamiento del personal (27.7%) y funcionamiento de oficinas y fábricas (19.3%). El resto de las emisiones tiene que ver con los patrocinios, consumo de energía, fuegos artificiales o difusión televisiva, entre otras.
Aunque abandonar los motores de combustión interna por motores eléctricos no entra dentro de los planes de la Fórmula 1, sí se han contemplado medidas como dar el salto a los biocombustibles, la eliminación de los residuos tras los Grandes Premios y la modificación del calendario de carreras para que los equipos vuelen menos entre eventos. El objetivo es reducir las emisiones de CO2 entre un 20 y un 50% en los próximos diez años, de modo que se alcance la neutralidad en las emisiones de gases de efecto invernadero y así se atraiga el interés de los inversionistas más ecológicos que están viendo en la Fórmula E la alternativa más amable con el medio ambiente.
El uso de biocombustibles generados a partir de residuos de los hogares o de algas es uno de los puntos del plan. Se eliminarán los plásticos de un sólo uso en los eventos, y se reciclará, reutilizará o convertirá en abono los residuos restantes. Las emisiones que no puedan eliminarse se complementarán con medidas como la captura de carbono o la plantación de árboles.
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